- Sera mejor que me vaya a duchar.- Dije yo entre risas.
- Yo continuare lavando los platos.
Al dirigirse a la cocina me dio un beso en la mejilla. Sentía como me ponía colorada y lo único que podía hacer era dirigirme a la ducha. Así lo hice. Entré en la ducha. Me encantaba notar el agua caer por mi cuerpo, me transmitía tranquilidad. Tanta, que me puse a cantar, sin pensar en que no estaba sola. Al acabar me deje la ropa limpia en la habitación. Mierda. No tenía albornoz y mi toalla era un poco corta. Y él estaba allí afuera esperándome. ¿Qué puedo hacer? Ya está. Lo llamé con todas mis fuerzas. No contestaba. Lo volví a intentar. Esta vez si que contestó. Le dije que fuera a mi habitación a buscarme algún tipo de ropa. No contestó, imaginé que lo haría. Al cabo de un rato llamó a la puerta. Solamente me había traído unos shorts que tenia encima de la cama. No sé si lo hizo con segundas o que. Pero algo es algo. Me los puse. En la parte de arriba simplemente llevaba el sujetador. Tenía mucha vergüenza pero tenía que salir de allí. Me armé de valor, abrí la puerta y salí corriendo hasta mi habitación. Por suerte no estaba muy lejos. Al llegar cerré la puerta. Cogí una camiseta, me la puse. Salí lo más rápido posible. Y allí estaba, viendo la tele. Parecía que no hubiera pasado nada, me senté a su lado. Empezó a reírse. Me lo quede mirando y me dijo:
- ¿Te pensabas que no lo vería?
Me puse roja, roja como un tomate. Le di un codazo y empecé a pegarle así en broma. Él no paraba de reírse. Al final acabé riéndome yo también. ¡Vaya día!
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