domingo, 29 de enero de 2012

Capítulo 11

A la mañana siguiente, me encontré tumbada encima de Alex. Teníamos encima una manta y Alex seguía totalmente dormido. Casandra estaba haciendo el desayuno. Me levanté despacio para no molestarle y fui a ayudar a Casandra a hacer el chocolate desecho. Al poco tiempo bajó S preguntándome que donde he estado en toda la noche. Yo simplemente le señalé el sofá y ella sonrió. Se puso a poner la mesa y entró Dimitri, que la ayudó. Alex dormía como un tronco y me tocó a mí despertarle. No se me ocurrió nada más que tirarle un vaso de agua a la cara. Se despertó de golpe y todos nos reíamos de él. Este, en un primer momento, se vio enfadado, pero al final acabó riéndose con nosotros. Se fue a secar mientras acabábamos de preparar el desayuno. Hoy tocaba churros con chocolate. Nos pusimos perdidos de chocolate. Nos pasamos todo el rato riéndonos de nosotros mismos. Qué bien me lo pasé.
-          Em, ¿te acuerdas que la fiesta es hoy no? Más que nada es que me tengo que ir a prepararla así que nos vemos a las siete ya sabes dónde.
No me acordaba. ¡La fiesta! ¡Era hoy! Y yo sin vestido que ponerme. Pero se me ocurrió una idea, como Alex también tenía que venir y seguro que no llevaba ningún traje dentro de esa maleta, le dije que si quería venirse de compras.
-          Eso te iba a decir, yo no quiero ir a la fiesta.
-          Pero hijo, es una manera de hacer amigos y de ponerte al corriente de lo de aquí.
-          ¡PERO YO NO SOY COMO ELLOS!
Subió corriendo hasta su habitación. No sabía que pensar, así que decidí recoger la mesa. Le dejé los platos sucios a Casandra y subí para arriba. Llamé a su puerta. De dentro salió un: No quiero que entres. Yo entré y le dije: Si no quieres eso, pon un pestillo en la puerta. Estaba tumbado en su cama. Se había quitado la camiseta que estaba tirada por el suelo. No me sorprendió su tableta, por cómo era, me la imaginaba. Me tumbé a su lado y le pregunte por que no quería venir.
-          No quiero ir con esos pijos.
-          ¿Perdona?-Tono sarcástico.
-          ¡No, no!  Tu no lo eres, pero los demás sí.
-          No los conoces.
-          Ni ganas.
-          ¿Me dejas hablar?- Giré la cara y le miré a él, hizo lo mismo y los dos acabamos mirándonos a los ojos.- Si piensas que todos los ricos pensamos como pijos y esas cosas, estas muy equivocado. La mitad no queremos serlo y queremos ser gente como vosotros. Y si tenemos más dinero, pero no hay mas diferencias entre nosotros, ¿o a caso en estos días has visto que te tratara como alguien inferior a mí? Si es así, ahora mismo cojo la puerta y te dejo tranquilo.- se quedó un rato sin hablar.
-          De acuerdo iré.- le di un fuerte abrazo y me fui a mi habitación a cambiarme.
Llamaron a mi puerta, era Alex que venía a decirme que no hacía falta que fuéramos de compras. No insistí más. Ya era suficiente con convencerle de la fiesta ya no hacía falta hacerlo para ir a comprar. Busqué en mi armario, busqué y busqué hasta que al final encontré un vestido rojo. Este era de tirantes finos, de largo no tenía mucho, no llegaba ni a las rodillas. Los zapatos también eran rojos, de medio tacón, para que no me dolieran mucho los pies. Antes de cambiarme, fui al lavabo a maquillarme y hacerme algo en el pelo. Me hice la raya de arriba y debajo de los ojos, un poco de rímel, colorete y los labios de color rojo, naturalmente. Cuando me miré en el espejo, vi mi pelo largo, que me llegaba casi al ombligo. Decidí alisármelo y dejarlo suelto.  Finalmente me cambié y baje abajo.

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