sábado, 21 de enero de 2012

Capítulo 18

Eran las 7:30. Iba a toda prisa, no me daba tiempo de llegar al instituto a la hora. Me puse lo primero que pille, cogí una mandarina y salí corriendo por la puerta. En el camino me encontré con Alison. Habíamos estado un poco distancias y estuvimos hablando todo el tiempo y le expliqué mi sueño.
-          Tengo un mal presentimiento.- Dijo ella con un tono alertador.
-          No sé, yo creo qué no quiere decir nada.
-          Si tú lo dices…
Veía a Alison preocupada, tal vez sabía algo que yo no lo conocía. Llegamos al colegio. Jake llegó tarde la primera hora, al acabar esta me dirigí hacia él para preguntarle que le había pasado ayer, con lo que me contestó un nada. Iba a responderle cuando entró el profesor al aula. Lástima. Al llegar la hora del patio observé como Jake salía corriendo de clase y Alison me hacia un gesto de que le siguiera. Eso hice. Subí a la terraza como de costumbre y… ¡No puede ser! Allí estaban, Aria y Jake besándose, como nunca lo había hecho conmigo. Aria lloraba y yo lo hice al verlos. Baje las escaleras rápidamente hasta llegar a donde estaba Alison, esta acudió en mi ayuda y me llevó al baño, no quería que me vieran así. La cuestión es: ¿Cómo me podían haber echo esto? No podía dejar de llorar… Alison me consolaba con palabras muy amables, hasta que me dijo:
-          Fueron una pareja formidable hasta que Aria desapareció.
Me levante rápidamente, aún tenía lagrimas en los ojos, me la quede mirando y ella siguió contándome.
-          Se fue a vivir un año a Canadá por los estudios. Y ahora que ha vuelto pues… Tenía que habértelo dicho. Pero es que fue mi mejor amiga y no podía traicionarla.
Esas palabras me dolieron mucho, ¿y yo que era para ella? No lo soporté más, me dirigí a la puerta de salida y desaparecí de ese lugar. No sé como llegué a casa, pero lo hice. Todavía lloraba. Pensaba en todo lo que me había ocurrido: Jake besando a Aria, Alison diciéndome que… No podía aguantarlo. Todo mi mundo se había venido abajo. Como en un día toda tu vida ya no tiene sentido y te preguntas ¿para qué vivir? En ese momento alguien llamó a la puerta, no contesté, pero la deje abierta. Louis apareció. Estaba en el sofá cogida a mi cojín llorando lágrimas que no sabía de donde salían.

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