miércoles, 22 de febrero de 2012

Capítulo 4

Era media hora de viaje, así que me puse a escuchar música y a desconectar. A mi lado se sentó una chica de pelo rosa, ojos de color azul gracias a las lentillas y ropa estridente. Decidí no decirle nada, pero ella no pensó lo mismo:
-          ¿Qué escuchas?-me quité uno de los cascos y contesté-
-          Bruno Mars.
-          ¿Qué canción?
-          Runaway.
-          ¡Me encanta!
-          ¿En serio?
Así empezó nuestra conversación. Teníamos muchas cosas en común. En poco tiempo sabía más cosas de ella que de cualquier otra persona. Me hacía sonreír. Era muy extrovertida y amable. Las dos íbamos a Barcelona. Al llegar a la estación nos dimos los teléfonos y nos prometimos de volver a quedar.
Salí de la estación de tren. Me quedé alucinando. Había venido muchas veces y la conocía muy bien, pero pensar en que a partir de ahora sería mi ciudad, donde yo viviría y estudiaría, me hacía verla de una manera diferente. Cogí un taxi para ir a mi apartamento. Estaba en el centro así que los diez minutos de viaje no me los quitaba nadie.
El taxi paró delante de un edificio bastante alto. Le pagué y me quedé mirándolo atentamente. Lo había visto en fotos, pero así me impresionaba más. Mi piso era el quinto, de diez que tenia. Por suerte tenía ascensor. Llegué a la puerta, la abrí con Mis llaves. Ahora si que podía decir que eran mías. Me llevé las manos a la cara y casi me pongo a llorar, era maravilloso. El salón era enorme y estaba conectado con la cocina. Tenía dos habitaciones, también enormes con un baño cada una. Luego había unas escaleras que subían a un altillo, pequeño pero muy “mono”.
Delante de una de las habitaciones había una maleta, seguramente de mi compañera. Me fui a la mía. Tenía una ventana como esas americanas, en las que te puedes sentar. La cama era de esas de matrimonio. Mejor para mí. También tenía un tocador. No lo utilizaría mucho, pero estaba allí. El armario era muy espacioso y el baño, era también muy grande.
Había tenido suerte de encontrar ese piso. Y aunque parezca mentira, era muy barato para ser como era. Empecé a instalarme cuando llamaron a la puerta del piso. Fui a abrir y me encontré a la chica del pelo rosa. Las dos nos quedamos flipando. “¡Eres tú!” dijimos las dos a la vez y nos empezamos a reír. Después de todo, no era tan malo compartir piso, si era con ella. Esto era el principio de mi nueva vida.
Ahora que la podía ver mejor vi que era igual de alta que yo, tal vez un poco más. Nuestro cuerpo era muy parecido. “Qué casualidad “pensé. No llevaba las lentillas, así que sus ojos eran de color marrón oscuro que destacaban con el color de pelo. Tenía un tatuaje en el hombro, era un tipo de mariposa. Sentí curiosidad así que le pregunté:
-          ¿Por qué te hiciste esa mariposa?
-          A los dieciocho años me la hice, para representar mi libertad.
-          ¿Cuántos años tienes?
-          Dieciocho. –me dijo sonriendo.
-          Yo los aré pasado mañana.
-          ¿Enserio? ¡Fiesta!
Empecé a reírme. Se me quedó mirando, sin saber el motivo de por qué me reía.
-          Lo siento. Es que no sé cómo puedes pensar en fiesta si no conocemos a nadie.
-          Todavía faltan dos días, y pueden pasar muchas cosas.- me guiñó el ojo.
-          Vale. ¿Puedo preguntarte otra cosa?
-          Claro, dime.
-          ¿A qué viene el color de pelo?

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