miércoles, 21 de marzo de 2012

21

Decidí ir a mi habitación para no molestarles. Ya en ella, entré en Facebook. No tenía ningún mensaje, ninguna notificación pero si nuevas amistades. Amaia, Iván, Oscar (por supuesto), alguien que conocía de vista y Mario. La acepté todas, revisé los muros de cada uno y me fui a dormir. Me puse los cascos y me quedé dormida escuchando música.
A la mañana siguiente, decidí ir a ducharme antes de ir a trabajar. Se ve que no había sido la única que había tenido esa idea. Supuse que no tardaría mucho, así que me desvestí y me puse el albornoz por encima, me iba un poco pequeño, pero para un momento, no pasaba nada. Entonces, llamaron a la puerta. Seguramente sería Oscar que venía a preguntarme que me paso ayer por la noche. Sin pensar quien más podía ser, abrí la puerta. Entonces apareció Mario. Mis ojos parecían naranjas y los de él no se quedaban atrás. Clary salió del baño, tapada únicamente por la toalla y se quedó como yo. Le cerré la puerta en la cara.
-          ¿Qué hace él aquí?- dijo Clary corriendo a su habitación.
-          No lo sé. ¿Qué hago?
-          Ábrele, ahora ya te ha visto, le dices que pase y te vas a cambiar.
Abrí la puerta. Ya no estaba. Miré en las escaleras pero no había nadie. Como siempre, había metido la pata.
Mientras me duchaba, pensé en que no era yo la que tenía la culpa, yo no sabía que vendría a verme. ¿Por qué lo ha hecho? A saber. Con lo raro que es… Pero me sabe mal, muy mal. Cuando salí, miré la hora. Aún tenía tiempo para enviarle un mensaje. Así lo hice, quedé con él mañana por la mañana. 

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