miércoles, 11 de abril de 2012

30

(En el pueblo de Julia)
No podía esperar más. Lo sentía mucho por mi madre y mi hermana. Mi intención había sido ir a pasar unos días, pero, ahora que me había decidido, tenía que actuar. Me despedí de ellas y me volví a Barcelona. Miré mi móvil, tenia 8 mensajes de Clary y 12 llamas perdidas de ella y de… ¿Mario? Me sorprendió. Llamé a Clary.
-          Hola.
-          ¿Dónde has estado? ¿Por qué no me dijiste nada?¿Que….
-          Tranquila- la interrumpí- es una historia larga, la cuestión es que estoy volviendo, llegare en media hora y te lo contaré todo.
-          Ok. Estábamos todos muy preocupados.
-          ¿Pero no leíste mi nota?
-          Sí, pero no me fie mucho. Jajajaja.
-          Eres de lo que no hay.
-          Eso intento.
-          Te dejo, hasta dentro de media hora en la estación
-          Allí nos vemos.
Al acabar, quería llamar a Mario, pero no encontré el valor para hacerlo. Lo que si debía hacer era hablar con Oscar. No lo localizaba. Decidí ir a buscarle donde trabajaba al salir de la estación.
Cuando llegué una persona vino corriendo a abrazarme, era Clary.
-          No lo vuelvas a hacer- me dijo muy flojito a mi oído.
 Fuimos al bar de la rambla. Se lo conté todo, todo. Se quedó parada, no se hubiera imaginado eso de mí.
-          La verdad, es que no es culpa tuya, aunque, desde un principio, se lo tendrías que haber dicho a Oscar.
-          Lo sé, pero… no pude.
-          No te preocupes, lo entenderá.
-          Y si no es así, no pasa nada, porque la culpa es mía y no soy quien como para rogarle que no se enfades- sonreí falsamente. Clary me acompañó.
Cuando acabamos, le dije que tenía que ir a buscar a Oscar. Ella me quería acompañar, pero no creí oportuno que lo hiciera. Nos despedimos por un tiempo, ya que vivíamos en el mismo piso.
Y allí estaba, agachado arreglando el coche. Trabajaba con su padre, en un taller de coches. Me daba vergüenza acercarme, por suerte él me vio y vino hacía mí.
-          ¿Por qué te fuiste?- me dijo, sin ningún rastro de efusividad en su rostro.
-          Veras yo… no podemos seguir… me gusta otro.
-          Lo sé. Es Mario ¿verdad?
-          ¿Si como lo sabes?- le dije indignada y sorprendida.
-          Se notaba, además, él ayer me dijo cada cosa que me lo imaginé.
-          Yo, lo siento mucho, no era mi intención- dije con lagrimas a punto de salir.
-          Ey, no llores, que no pasa nada. Si te digo la verdad, si a mí se me hubiera presentado la oportunidad de… ya sabes.- me guiñó el ojo, yo le empujé y los dos nos reímos a carcajadas.
-          Entonces, ¿Amigos?
-          Pues claro- y nos abrazamos.
Todo ocurrió mejor de lo que pensaba. Quedamos esta noche para cenar ya que quería estar también con Clary y ver como se había quedado. Siempre se chinchaban pero se lo pasaban muy bien juntos. 

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